domingo, 24 de abril de 2011

Estados Unidos y el manejo de su deuda

El lunes pasado, 18 de abril, una de las principales calificadoras de riesgo, Standard & Poor's, puso en riesgo la reputación AAA que ostenta la deuda soberana estadounidense al rebajar el outlook de la misma de estable a negativa, lo que podría ser el primer paso para una futura rebaja de la calificación de la deuda por primera vez en la historia.

Rápidamente dicha situación tuvo una basta repercusión mundial, generándose un debate en torno a la sustentabilidad de la deuda estadounidense en el mediano plazo. Por un lado, los economistas más críticos, señalan como alarmante la actual situación fiscal de los Estados Unidos, donde el déficit alcanza a más de 10% del PBI, lo cual podría llevar a una pérdida de credibilidad por parte de los inversores si dicha situación no recibe señales de reversión y /ó encarrilamiento. Por el otro lado están los que ponderan ó estimulan los altos niveles de gasto público actuales como vehículo esencial para poder reactivar la economía más importante del mundo luego de la crisis fiscal de 2008.
Un poco inquieto por lo sucedido, y por la gran tenencia de títulos de deuda estadounidense, China envió algunas señales a la Casa Blanca al señalar que debe priorizarse el cuidado de los acreedores ante las inminentes amenazas de las calificadoras de riesgo. La realidad indica hoy que los países emergentes, con cuentas externas superávitarias, son los que están financiando los desequilibrios fiscales de las economías desarrolladas que más han sufrido los coletazos de la crisis financiera.

La rebaja del panorama de la deuda estadounidense es una primer señal amarilla que obliga a tomarse con cierta consideración. Sin embargo, es necesario aclarar que la deuda de los Estados Unidos no presenta riesgo de incumplimiento, ya que la FED es la única entidad que tiene la capacidad de emitir y/ó imprimir dólares estadounidenses.

El trasfondo del accionar de Standard & Poor's deja abiertos varios aspectos a examinar: en primer lugar, los países desarrollados comienzan a mostrarse vulnerables tras la crisis de 2008 ya que, en general, fueron los que más sufrieron sus efectos; en segundo lugar, las políticas fiscales expansivas fueron el instrumento más utilizado por esta clase de países para poder reactivar sus economías, conllevando a los actuales problemas de deuda que se vislumbran, como es el caso de Grecia, Irlanda, Portugal, Japón, el Reino Unido y, ahora, los Estados Unidos; finalmente la idea de que ningún país está exento a sufrir rebajas en su calificación soberana es un hecho, sin distinguir a qué categoría económica dicho país pertenece.
Pese a lo descripto anteriormente, la realidad muestra que, a pesar de que las economías emergentes muestran una mayor participación en el PBI mundial, la interrelación y dependencia que todavía tienen con las economías del "centro" es una situación que parece estar lejana de finalizar. Si bien hoy los fundamentos de las economías emergentes han evolucionado favorablemente, la sustentabilidad de los mismos en el largo plazo depende, en cierta medida, del éxito que tenga la economía mundial, incluyendo las principales potencias económicas, de recuperarse de los niveles de estancamiento generados luego del colapso financiero sufrido en 2008.
 

martes, 12 de abril de 2011

Aspectos a tener en cuenta a la hora de invertir en bonos

Por Gustavo Neffa, para Sala de Inversión

En esta nota haré hincapié en algunos aspectos a tener en cuenta por parte de los inversores a la hora de invertir en bonos, o activos de renta fija en general.

El principal problema que suele existir entre los inversores de renta fija es que piensan que existen mayores garantías a la hora de invertir en bonos en lugar de acciones, que es su valor nominal. Es decir que, al ser renta fija, el emisor tendrá que devolverle su capital (o antes si amortiza anticipadamente).

El razonamiento es el correcto, de hecho el riesgo está limitado al período de vigencia de ese contrato y cuando compramos acciones nos convertimos en dueños de parte del capital al infinito. Pero se olvidan de lo principal, que es evaluar antes el riesgo de crédito, dado que tendríamos que asumir que lo anterior es un hecho para todos los bonos y se encuentra descontado en su precio. Las empresas pueden quebrar. Ha quedado demostrado que los gobierno no quiebran, pero que pueden hacer default y es básicamente el mismo riesgo el que hay que evaluar, el de la capacidad de repago del flujo de fondos comprometido, aunque las variables que la originan son distintas (Ganancias vs. Impuestos).

En la lista con los errores más comunes y frecuentes que cometen los inversores  de bonos también incluiría la mala evaluación del riesgo del inversor. Cuando todo sube nadie se queja, pero cuando los precios bajan, es ahí cuando los inversores se dan cuenta que no son instrumentos apropiados para ellos. Un asesor personalizado es indispensable a la hora de armar, monitorear y rotar una cartera de bonos.

Por otro lado, todos sabemos que el secreto para invertir en forma exitosa en comprar bajo y vender alto. El problema es que no somos clarividentes, y no todo lo que bajó es barato, sino que puede seguir bajando, más aún si se trata son bonos con una larga duration (o riesgo). La respuesta que me suelen dar inversores que quieren convencerse a sí mismo de sus errores es que no se preocupan porque igual no los pensaban vender ahora: lo que hacen es extender su horizonte de inversión, lo que equivale a reducir su ganancia esperada dado que más tiempo será necesario para recuperar la inversión, pero es lo mismo decir que se reduce la tasas interna de retorno (TIR) esperada.

Otro error muy común es invertir en bonos porque son menos volátiles que las acciones. Pero puede ser mucho más volátil un bono largo que una acción conservadora, y eso muchos inversores no lo saben. Un bono discount ley Nueva York (DICY),con mayor seguridad y menos volatilidad que un bono legislación local experimentó una volatilidad del 33% anual en los últimos 6 meses, contra 27% de Petrobrás Argentina o Siderar, por mencionar a dos empresas del Merval.

Otro error muy común es creer que se va a lograr la TIR que figura en las planillas que nos envían los asesores financieros o bien que figuran en los diarios. Pero es solo un supuesto, dado que ese cálculo de rentabilidad requiero el supuesto de que se invierten todos los cupones y amortizaciones, y a la misma tasa, algo muy improbable dada la incertidumbre respecto a los precios que tendrá el bono en el momento de hacerlo. Pero es lo que hay, es un second-best.

Asociado a lo anterior, muchas veces se pasa de alto el hecho de que un bono pueda tener una opción de compra por parte de su emisor a determinada fecha a determinado precio, por lo que la TIR no sirve sino que hay que calcular la yield-to-call.

Para inversores más sofisticados, es decir que invierten en bonos en moneda extranjera, si bien es muy recomendable diversificar los riesgos, no siempre se evalúan correctamente el impacto de la depreciación de la moneda de denominación del bono, que puede más que compensar muchas veces la renta o el cobro de intereses.

Finalmente, pondría el foco en los riesgos que implica querer obtener retornos absolutos independientemente del contexto. Cuando las tasas de interés de referencia eran 5.25%, era muy fácil obtener el 10% en dólares en un bono corporativos sin arriesgarse mucho. Hoy en día, en un entorno de tasas cero, para obtener ese retorno es necesario arriesgarse mucho, o bien extendiendo los plazos y/o yendo a emisiones mucho más especulativas, con riesgos de crédito mucho más bajas. En síntesis, es necesario mirar las tasas de referencias y adaptarse a ellas, o elegir otra clase de activos.